Exposición “De luz y sangre” Juan Uslé en 1 Mira Madrid

Exposición “De luz y sangre” Juan Uslé en 1 Mira Madrid

Del 03.02.2024 al 23.03.2024

La obra de Juan Uslé es, sin duda, de las más intensas y consistentes que podemos encontrar en el arte de nuestro tiempo. Tras su presentación en Murcia, en la Sala Verónicas: una iglesia barroca desacralizada, y en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla, llega ahora a Madrid su exposición De luz y sangre.

Aunque las obras llegan aquí algo reducidas en número por la dimensión de este espacio expositivo, se mantiene plenamente lo que constituye el eje central de la propuesta: la relación entre la pintura y la fotografía, una síntesis entre ambas disciplinas que es a la vez el núcleo del trabajo de Uslé a lo largo de su trayectoria.

Para la realización del proyecto, Uslé fue recorriendo museos, instituciones artísticas, iglesias, monasterios y ciudades, tomando más de cuatro mil quinientas imágenes con su cámara fotográfica, que siempre lleva consigo. En este caso, el propósito fundamental ha sido establecer un diálogo tanto visual como interior con las representaciones del Barroco.

Esta cuestión nos lleva al giro en la concepción del Barroco que articuló el pensador italiano Luciano Anceschi (1911-1995), quien en su libro La idea del Barroco (1984), estableció la necesidad de ir más allá de las caracterizaciones historicistas y descriptivas del mismo para centrar su significado en la concepción de «la forma» abierta a la representación y experiencia de la universalidad, lo que establecería un contacto que aún sigue entre el periodo histórico en que surgió el Barroco y el tiempo moderno.

Algo así encontramos en estas propuestas de Uslé, en las que se recuperan imágenes fragmentadas del Barroco con una forma especial de captar sus ecos y establecer un diálogo con las mismas, introduciendo con ello un contraste significativo entre el ayer y el hoy de la representación visual entendido en todo momento como diálogo abierto. De este modo, la comunicación con la representación eclesiástica barroca se abre, desde un planteamiento laico, a una consideración de las imágenes que llegan fragmentariamente hasta nosotros en la actualidad.

En esa perspectiva, el objetivo fundamental de Juan Uslé es la búsqueda de la luz, lo que se concentra en el significado profundo de las imágenes, tanto en las que tienen figuración como en las que no la tienen. Y para llegar a ello despliega un proceso de representación que integra la pintura y la fotografía. Algo que no considera en términos de superposición o de collage, sino como un ejercicio de fricción paralela y complemento, cuestiones habituales en su trabajo.

Uslé sitúa en la pintura la materia y la expresión individual, mientras que en la fotografía percibe los ámbitos de la comunicación social y el horizonte de la luz. Y la fricción/complemento entre ambas es decisiva para intentar dar respuesta a las imágenes, ahora “fantasmas”, del Barroco: ¿por dónde entra la luz en ellas, en espacios tan cerrados…?

La representación visual es así, para él, un proceso de modulación de interrogaciones, que buscan hacer pensar y también sentir al mirar. El giro abierto de las formas pictóricas no figurativas estructura una sintaxis a través de la cual podemos percibir cómo hablan los colores, en su modulación o capas diversas. Las imágenes fotográficas, en su fragmentación y representaciones de la distancia temporal, nos hablan de la diferencia y la comunicación entre lo interior y lo exterior.

Esa apertura plural, la síntesis de pintura y fotografía en Uslé, le da un nuevo aliento al arte. Ante la tan intensa proliferación de imágenes en nuestra cultura de masas, llegar al arte sólo es posible después de asumir una reeducación del ojo tras su ceguera por el exceso de brillo.  En relación con ello, Uslé ha mantenido a lo largo de su trayectoria la necesidad de mantener el ojo bien despierto, porque no basta con mirar en un único sentido o dirección, sino que es preciso alcanzar a introducirse en lo profundo de las imágenes. El objetivo se sitúa en reconocer la pluralidad de las imágenes, y así alcanzar a distinguirlas, a diferenciar aquellas que no transmiten pensamiento ni profundidad de las que nos llevan a la interrogación de las formas para hacernos pasar del cuerpo a la visión.

Como el propio Uslé señaló, ya en los inicios de los años ochenta, “el ojo es el cerebro”. Y de ahí su planteamiento en 1989: “Pintar lo que se desplaza y lo que fluye. Persigo algo no determinado y cambiante.” Palabras que describen lo que probablemente sea una de las dimensiones centrales de su trabajo: el dinamismo. Su obra tiene como propósito fundamental captar la vida, la experiencia, término este último recurrente al hablar con él. Estamos ante un artista de insólito alcance, y también ante un ser nómada, abierto a los amplios registros del mundo.

¿Qué vemos en sus cuadros…? Sobre la estabilidad del soporte pictórico, construido con vinilo, dispersión, y pigmentos sobre lienzo, y la regularidad de los formatos, lo que vemos son estructuras. Estructuras de visión, construidas con líneas sobre las que se superpone el color. Y de la interacción entre color y líneas brota una estructura vibrante, que produce la impresión de espacio abierto, por el que la mirada puede fluir a través. Sin figuras, plenamente desnuda, la estructura de la representación fluye, se abre a nuestros ojos como un espejo dinámico.

Uslé compara sus cuadros con una partitura escrita, con los signos de una música basada en ritmos vitales. En diversas ocasiones ha aludido a la navegación, al desplazamiento en canoa por ríos, como reflejo y punto de irradiación de la pintura. Esto señalaba en 2021: “La vida es como los ríos, como las líneas que aparecen en estos cuadros, con este pálpito y este pulso, que se supone que es vivir”. Y es que los ríos: el agua que fluye, son enteramente semejantes a la vida, que también fluye. En ese sentido, no cabe duda, la suya es una pintura río. Y ese sentido dinámico se intensifica con el diálogo/contraste entre la pintura y la fotografía.

Hay un ojo que se proyecta en el tiempo y en el espacio. El ojo que desde un cuadro le miraba, de niño, en el locutorio de las monjas de clausura, con quienes trabajaban sus padres, marcó para siempre su forma de ser y de sentir. Uslé iniciaba entonces un gran viaje que le llevaría desde el contacto desnudo con la naturaleza al ritmo vertiginoso de la gran ciudad. Y desde allí hasta territorios lejanos, con diferentes marcas naturales y culturales.

En los cuadros de Uslé no hay figuración: la estructura pictórica que fluye, dinámica, es el registro de una mirada interior, que bucea en lo que habitualmente no vemos en estos tiempos de sobreabundancia de imágenes. En algo que se sitúa antes. Como escribió en uno de sus aforismos: «¿Existe un lugar más sugerente que el que se desliza ante nosotros en el momento previo al descubrimiento de una imagen?»
Ahí nos desplazamos: a la estructura de fondo en la que reverberan las imágenes. Ninguna reproducción permite alcanzar lo que te da la visión directa de las obras de Juan Uslé: ritmo abierto de la pulsación y el color, el flujo de una mirada interior que no está quieta. La palabra decisiva es vibración: una pintura vibrante, intensamente cargada de dinamismo, que despierta ecos y flujos vibrantes en quien mira. O, como se dice en otro de sus aforismos: «Algo se escapa, fluye y se desliza. Todo parece desintegrarse para alcanzar un nivel de unidad superior.» La vida río, la pintura vibración.

En la entrevista publicada en el catálogo editado con motivo de esta exposición, en la página 66, podemos leer: “Pienso que el arte es un buen vehículo para facilitar y depurar conocimiento, reflexión, sensibilidad, experiencia contemplativa, y para enriquecer nuestra vida ayudándonos a mirar las cosas de otro modo, observando desde la práctica y la espera, eso tan necesario para entender y disfrutar de y desde la experiencia.”

En definitiva, todo esto significa saber mirar para poder llegar a ver, eso es lo que nos transmiten las obras llenas de significación de Juan Uslé. Entre el ruido mediático y audiovisual que nos rodea, viajar a través del silencio en busca de la luz. Porque, aunque los recorridos de la vida humana están inevitablemente llenos de sangre, también vivimos a través de la luz, que nos da conocimiento, estabilidad sensorial, y deseo de seguir moviéndonos. Vayamos hacia la luz.
 
Texto: José Jiménez

Fuente imágenes y textos 👉 web 1miramadrid 































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