Exposición “Del siglo pasado” de Guillermo Lledó en Formato Comodo
Del 11.11.1012 al 23.01.2024
Existe un gusto por los umbrales en la Europa de las primeras décadas del siglo XX, que entronca con la atmosférica centuria anterior, y encuentra nuevas vías de materialización en propuestas contemporáneas, como las que presenta Guillermo Lledó en esta exposición. Mientras se construían Palacios de Cristal para grandes exposiciones, los interiores domésticos se abigarraban y el paseante alternaba el tránsito de la ciudad con bulliciosos cafés cargados de humo, los intersticios, que eran abordados por Walter Benjamin, tomaban forma de ventana metafísica con Giorgio De Chirico, o de insegura puerta-refugio en Door, Num 11 de la Rue Larrey de Marcel Duchamp. Estos espacios intermedios forman parte de la urbe de Guy Debord, se transitan en las escenografías de Juan Muñoz, se refugian en los iglús de Mario Merz, llenan las urnas de Zoé Leonard, o se recuestan en los contenedores de Susana Solano.
Hay un autor de especial relevancia a la hora de abordar los intersticios, que presenta numerosos puntos de contacto con la obra que Guillermo Lledó ha titulado Del siglo pasado. En un contexto de aproximación a la ciudad y a la fenomenología de sus espacios, y a propósito del espacio intermedio, es interesante la conexión que Louis Aragon establece entre lo literario, la condición escultórica de una suerte de «entidad performativa» y lo pictórico. Aragon escribió en 1923 L´Armoire á glace un beau soir, una obra de teatro protagonizada por un armario que cambia de identidad durante el transcurso de la pieza, y se transforma de tumba a refugio y luego a espejo, mientras sitúa al público dentro y fuera del objeto a través de estrategias escénicas. La intrigante puerta cerrada del armario conlleva un potencial simbólico, que ofrece al mismo tiempo el adentro y el afuera, la coincidencia de consciente e inconsciente, de la luz y la oscuridad o del erotismo y su contrario. Tres años después, Aragon escribe Paysan de Paris, una novela con la que muestra encuentros en la ciudad entre objeto y sujeto a través de itinerarios por realidades urbanas superpuestas, barrios, pasajes, mercados, edificios desconocidos, con los que toparse con lo «maravilloso cotidiano». Un Aragon más cercano a su final escribe una autobiografía titulada Je n´ai jamais appris à ecrire. En la misma destaca la pintura Porte-fenetre que Matisse pinta en 1914, una obra con una «puerta-ventana» que ofrece dos realidades espaciales simultáneas. Al mostrarse abierta invita a asomarse al otro lado, pero un plano negro frustra la vista, devolviendo al que mira al interior del espacio, situación que enlazan con imágenes y temáticas de las obras anteriores de Aragon…
Fuentes imágenes y textos 👉 Formato Cómodo
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