Exposición de Sofía Bassi + Elena del Rivero en la Galería Travesía Cuatro CDMX
Del 31.05.2023– 08.09.2023
La ficción es como una tela de araña, sujeta levemente tal vez, pero aún así unida a la vida por las cuatro esquinas. A menudo, el hilo es apenas perceptible.
Virginia Woolf.
Un cuarto propio, 1929.
Sofía Bassi nació en 1913, en Ciudad Camerino Mendoza, Veracruz (México). Estudió filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1964 comenzó a pintar, desarrollando así una carrera artística de vocación tardía. A pesar de que su estilo personal se vincula a una vertiente específica del surrealismo, propia de artistas relacionadas con el contexto mexicano como Leonora Carrington (1917–2011) o Remedios Varo (1908–1963), Sofía Bassi no formó parte de este grupo en términos oficiales y se trata de una pintora en gran medida desconocida en el marco de la historia del arte. Falleció en 1998 en Ciudad de México.
A través de un imaginario personal, repleto de seres híbridos, ciudades perdidas y criaturas fantásticas, sus representaciones despliegan un universo onírico que parece distorsionar el tiempo, generando una narrativa propia. Cada pintura, o cada sueño, se conecta con una ensoñación previa: un paisaje interior que pone de manifiesto aquello que permanece parcialmente visible y parcialmente oculto en el inconsciente colectivo. En 1972, Jean Michel Cropsal definió su trabajo como “impresión mágica”. Lo mágico pone de manifiesto la fragilidad de la realidad; la relación íntima de nuestra experiencia diaria con una dimensión espiritual encubierta.
Elena del Rivero nació en 1949 en Valencia. Su inspiración proviene de la vida cotidiana y sus proyectos se desarrollan a través de conexiones que desdibujan los límites formales de cada pieza. Su obra contiene una sutil tensión entre lo matérico y lo poético.
En ella predomina la encarnación de personalidades históricas olvidadas, a menudo vinculadas a posturas feministas, cuyo relato se resignifica en relación a nuestro presente. A pesar de trabajar principalmente en pintura y en papel, sus obras poseen una clara dimensión performativa, así el acto de coser, asociado a lo femenino y lo doméstico, adquiere aquí un símbolo de resistencia y reconstrucción.
Durante los últimos veinte años ha explorado cómo los materiales adquieren y transmiten significado, le interesa particularmente la potencialidad curativa del arte, tanto espiritual como material. Mediante el uso del oro y otros metales preciosos en sus obras, del Rivero conjura la facultad de la alquimia de transformar la materia viva, uniendo varios tiempos en una única obra. Vive y trabaja en Nueva York desde 1991.
Su primer contacto directo con la obra de Hilma af Klint se produjo en el año 2005, a través de una exposición colectiva titulada New Methods of Drawing by Emma Kunz, Hilma af Klint, and Agnes Martin, que tuvo lugar en el Drawing Center de Nueva York. Tras este encuentro, comenzó a desarrollar una serie que se extiende hasta hoy, cuya lógica alfabética alude al método de trabajo de la artista sueca. A través de la recuperación de su figura —actualmente reconocida como una de las pioneras de la abstracción pictórica—, las obras de Elena del Rivero generan un espacio intermedio, reafirmando esa idea del artista como medium que marcó la práctica, casi mística, de una generación de artistas de principios del siglo XX.
Las obras de Sofía Bassi y Elena del Rivero generan un diálogo que surge del vínculo entre espiritualidad y arte que marcó parte del desarrollo artístico de la Modernidad. Sus prácticas pueden entenderse como procesos alquímicos de transmutación de ideas e intuiciones en formas y materia. En estos, la imaginación funciona como catalizador de otra realidad. La creación de imaginarios que van más allá del orden visual establecido se relaciona con una búsqueda de trascendencia, con la posibilidad de alcanzar estados que desborden lo inteligible y circunstancias en las que el entendimiento suceda más allá de la razón. Lo onírico y lo fantástico se cuelan en lo cotidiano, que se vuelve insólito; un entramado de símbolos y relaciones que escapan a nuestra comprensión. Como escribe Jennifer Higgie en The Other Side: A Journey Into Women, Art and The Spirit World: “confiar en el arte es confiar en el misterio”.
Este impulso de ir al más allá, usando el arte como medio, evidencia una necesidad por generar espacios alternativos a un contexto socialmente hostil. Habitar un mundo paralelo proporciona, no solo una vía hacia nuevas formas de conocimiento, sino la posibilidad de forjar nuevos vínculos. La espiritualidad supuso para muchas artistas de finales del siglo XIX un lugar habitable, protegido de las lógicas intransitables del género. Para estas, el arte se inscribió en la vida como una práctica adivinatoria. A partir de lenguajes aparentemente distantes, la dimensión mística de los trabajos de Sofía Bassi y Elena del Rivero cuestiona la dicotomía entre figuración y abstracción. Una necesidad visceral de explorar otros formatos de comunicación hace que lo simbólico, independientemente de su forma, se vuelva flexible. Las obras de estas artistas funcionan como un mapa: una cartografía intuitiva que nos ayuda a orientarnos en un presente ambiguo; un mecanismo desvelador que, sin embargo, se resiste a generar una visión cerrada del mundo.
Sofía Bassi (de nacimiento Celorio Mendoza) nació en Santa Rosa Necoxtla, Veracruz, hoy Ciudad Camerino Z. Mendoza, Veracruz. De padre español y madre mexicana, creció en un hogar sólido y convencional en Córdoba, Veracruz. Al terminar su educación secundaria, y apoyada por su madre, estudió el bachillerato en la capital y más tarde cursó dos años de Filosofía en la UNAM. Fue una artista autodidacta y si bien buscó academia, siguió el consejo del director de una escuela de pintura que le dijo: “señora, usted ya es artista, no pierda el tiempo en clases, póngase a pintar”, y eso hizo, a los 51 años de edad.
Su primera exposición individual, de 45 óleos, en 1965, tuvo un éxito inusual, se vendieron 40 de las 45 obras expuestas, y los críticos del mundo del arte calificaron su novel obra como “lirismo delirante”. Durante los siguientes años expuso en el Salón de la Plástica Mexicana, el Museo de Arte Moderno, el Museo de la Ciudad de México, entre otros.
El 3 de enero de 1968, un accidente causó la muerte de su yerno el Conde Cesare d’Acquarone en Acapulco, Sofía Bassi se auto inculpó y desde esa noche fue enviada a la Cárcel Municipal de Acapulco, Guerrero. El escándalo mediático cautivó a la prensa nacional e internacional y la justicia la condenó a 11 años de prisión. Gracias a su labor artística y filantrópica, tras cuatro años y medio en prisión, se le perdonó el resto de la condena y fue puesta en libertad. Durante ese período pintó 275 obras firmadas E.L.C. (“en la cárcel”), dos murales y la escenografía del monólogo teatral Adriano VII.
La obra de Sofía Bassi forma parte de las colecciones permanentes del Museo de Arte Moderno de México, el Smithsonian Institute de Washington DC, el Museo Selma Lagerloff de Estocolmo (Suecia), el Museo de Arte Moderno de Tel Aviv, el Museo de Arte Contemporáneo de Pátzcuaro (México), el Museo de Arte Contemporáneo de Morelia
(México) y el Museo de Toluca (Estado de México). Su mural Sabiduría es Paz, encargado por la Facultad de Derecho de la UNAM, se exhibe en la Biblioteca Antonio Caso. Es autora de varios libros entre los que destaca Prohibido pronunciar su nombre (1978).
El Museo TEA Espacio de las Artes de Tenerife (España), que alberga la mayor colección de obras del pintor surrealista Óscar Domínguez, presentará su primera exposición en España en septiembre de 2023.
Este año se cumple el 25 aniversario de la muerte de Sofía Bassi. La exposición coincide también con la creación de la Fundación Sofía Bassi por sus descendientes directos, la familia Diericx Trouyet, para honrar su legado artístico. La Fundación alberga más de 60 obras originales, así como el archivo documental que contiene fotografías de 860 de sus obras, de sus exposiciones y presentaciones, así como testimonios y cartas, y otros documentos relacionados con su labor artística.
Elena del Rivero (Valencia, 1949) es una artista multidisciplinar que trabaja en pintura y papel. Su inspiración proviene de la vida cotidiana y de lo que está a mano. Desde principios de los 90, el trabajo de Del Rivero se ha centrado en las tareas de reparación de las obras dañadas, intencionalmente o no, durante el proceso de realizarlas. Comprometida con el acto de remendar, Del Rivero ha producido instalaciones a gran escala como [Swi:t] Home (2001), CHANT (2006) y la serie en curso Cartas a la Madre que comenzó en 1992, entre otras. La impresión inicial que produce su trabajo puede sugerir que es autobiográfico.
Cubierta por un velo de ambigüedad poética, Elena del Rivero ha elegido no revelar nunca explícitamente detalles de su vida. En lugar de ello, su obra reconoce ciertas experiencias y hechos históricos que ha presenciado a lo largo de los años. Vive y trabaja en Nueva York desde 1991.
La obra de Elena del Rivero está en las colecciones del MACBA (Barcelona, España), Es Baluard Museu (Mallorca, España), IVAM Institut Valenciá d’Art Modern (Valencia, España) y Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid, España); The Metropolitan Museum of Art (Nueva York, Estados Unidos); Museum of Modern Art (Nueva York, Estados Unidos);Brooklyn Museum os Art (Nueva York, Estados Unidos); Yale Uni- versity Art Gallery (New Haven, Estados Unidos); Fogg Art Museum (Cambridge, Estados Unidos); National Gallery of Art (Washington DC, Estados Unidos); Baltimore Art Museum (Baltimore, Estados Unidos); Colby College Museum of Art (Waterville, Estados Unidos); Pollock Gallery en Southern Methodist University (Dallas, Estados Unidos); Birmingham Museum of Art (Birmingham, Estados Unidos), entre otros.
Sus exposiciones recientes incluyen Love Song, Galería Senda, Barcelona, España (2022); My friends and other animals II en Travesía Cuatro, Madrid, España (2022); El Archivo del Polvo: An ongoing project, Es Baluard Museu, Palma de Mallorca, España (2022) y Matadero Madrid (2019); Home Address: Suffrage, Henrique Faria Fine Art, Nueva York (2020) y Tampa Museum of Art, Florida (2021), entre otros lugares; The End of The World, Travesía Cuatro, Madrid, España (2019); MOTHER, Travesía Cuatro Guadalajara (2017) y My friends and other animals, Travesía Cuatro, Madrid, España (2016).
Recientemente ha realizado una residencia en the Joan Mitchell Center de Nueva Orleans (2017) y ha obtenido la Guggenheim Fellowship (2019) y el premio Anonymous Was a Woman (2020) en USA. Ha recibido otros premios como Prix de Rome de la Academia de Bellas Artes de España en Roma (1988), Pollock-Krasner Foundation Grant (1991 y 1995), Creative Capital Foundation Grant (2001), The New York Foundation for the Arts Fellowship (2001 y 2002), The Rockefeller Foundation Residency en The Bellagio Center, Italia (2005), The Joan Mitchell Foundation Award (2015).
Fuentes fotografías y textos 👉 Travesía Cuatro México
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