Exposición “Tinkuy” de Sandra Val en Ginsberg Galería

Exposición “Tinkuy” de Sandra Val en Ginsberg Galería de Madrid

Sandra Val. Tinkuy Galería Ginsberg, Madrid

La voz quechua tinkuy se deriva de la raíz tinku- para la formación de tinkuy del verbo ‘encontrar’ y del substantivo ‘encuentro’. ‘Encuentro’ es una acepción generalizada y con frecuencia se entiende como ‘encuentro entre opuestos’.

Ginsberg presenta la primera exposición individual de la artista multidisciplinar Sandra Val en su espacio de Madrid. Como homenaje al país de origen de su nueva galería, la artista afincada en Madrid, con un trabajo vinculado a los espacios de culto y poder, propone en Tinkuy una reinterpretación, una nueva lectura del sitio arqueológico, Patrimonio de la Humanidad, Chavín de Huántar de Perú. La idea de unión, de contacto, de encuentro entre culturas diferentes, con el otro y con uno mismo o entre opuestos, y sus sistemas de representación devienen el punto de partida del proceso creativo que ha originado esta muestra.

Sin lugar a dudas, el conocimiento y análisis del pasado nos permite comprender mejor nuestro presente para poder construir un futuro mejor. Sandra Val (1979, Tarragona) con un universo artístico muy particular y reconocible, aúna en su obra realidad y ficción, memoria y tradición, presente y futuro, tiempo y espacio, y desarrolla nuevos relatos y diálogos que nos aproximan a futuros posibles. Sus referencias son muy numerosas y variadas: el minimalismo, la abstracción geométrica, la arquitectura, el constructivismo, la arqueología, la artesanía, el diseño, la cerámica, la orfebrería... Otorga una gran importancia a los materiales y utiliza técnicas tradicionales, artesanales, como cerámica, vidrio, metal o textil, entre otros, para producir esculturas e instalaciones relacionadas con el espacio en el que se exponen, estéticamente muy cuidadas, en torno a los conceptos de serie y repetición; escenarios atemporales donde la escultura dialoga con la arquitectura. A partir de la carga simbólica de elementos arquitectónicos y estéticos vinculados al poder y a lo divino, que encontramos en diferentes culturas, tiempos y espacios geográficos, crea paisajes ficticios, asépticos y quizás utópicos o apocalípticos y, aunque el ser humano no aparece, sin duda plantean reflexiones sobre su existencia.

Sandra Val nos invita en Tinkuy a conocer Chavín de Huántar, o la cultura Chavín del antiguo Perú, que se desarrolló en el período llamado Horizonte Temprano (1200-400a.c.), en el departamento de Áncash, situado en la región centro- occidental del país. En una época en la que el ritual y la religión, y por tanto los espacios de culto, tuvieron un papel fundamental, su centro de desarrollo fue el complejo ceremonial y de irradiación cultural Chavín de Huántar, uno de los enclaves arqueológicos preincas más importantes de la zona andina. Un complejo compuesto por terrazas y plazas con diferentes estructuras de piedra tallada, con escultura lítica y una red de galerías subterráneas.

Val distribuye en los espacios de la galería cinco obras recientes, con las que recodifica este enclave que, aunque todavía no ha podido visitar, conoce bien, tomando como referencia tres de sus elementos arquitectónicos esenciales y su simbolismo: el laberinto de Chavín, el Lanzón monolítico o huanca sagrada, y la Portada de las Falcónidas o Portada Negra y Blanca, en la fachada del Templo Nuevo. Un pórtico megalítico que tiene en el centro dos columnas circulares que 

sostienen un dintel, talladas en bajorrelieve con símbolos masculinos y femeninos. La fachada está construida con bloques de granito blanco hacia el sur y con bloques de piedra calcárea negra hacia el norte.

Encontramos en la primera planta las obras Algol y Pendant, ambas de 2021, que tienen como punto de partida el Lanzón de Chavín. Un ídolo esculpido en granito, de 4,54 m de altura con forma de lanza que representa una deidad con atributos humanos y zoomorfos combinados, mediadora de opuestos. El Lanzón, enclavado entre en el suelo y el techo de una galería del Templo Viejo, constituye un axis mundi, es también mediador de cielo y tierra y del tiempo. Algol, con un título de origen árabe, hace referencia a una estrella que brilla en la constelación de Perseo, la estrella endemoniada, lo que nos revela también el interés de Val por las cosmogonías, la astronomía o la astrología, aspectos muy presentes también en Chavín de Huántar. Esta pintura, esmalte sobre lienzo, apoyada sobre un soporte cerámico, representa también un eje del cosmos, el centro del mundo, un lugar sagrado, símbolo de unión entre cielo y tierra, el encuentro de contrarios. Pendant es un título en francés y hace referencia a un aspecto de la obra: es una pieza que cuelga, realizada con vidrio soplado y arenado, textil y latón, que podemos relacionar también con la Portada de las Falcónidas. Aquí, la artista ahonda en los conceptos de dualidad, de opuestos complementarios, de lo masculino y lo femenino, pero también del equilibro. Es una obra inspirada en elementos arquitectónicos clásicos como son las columnas y los balaustres y está relacionada con la gravedad y la simetría.

En la planta baja, claramente inspirada en la Portada Negra y Blanca, se halla Del otro lado (2023), una intervención site-specific con dos columnas de cerámica, dispuestas de suelo a techo, una blanca y otra negra, que indagan de nuevo en la cuestión de los opuestos: blanco-negro, arriba-abajo, cielo-tierra y en los símbolos arquitectónicos arquetípicos de la entrada al templo. Inevitablemente, también me vienen a la memoria otras obras como la Columna sin fin de Brancusi (1938), infinita, o las Colonne Pascale (2010-2012), columnas totémicas realizadas con vasijas por el artista camerunés Pascale Marthine Tayou.

Por último, en la planta sótano, la pieza sonora Presencia (2021) recoge todos los sonidos reales del proceso cerámico en el estudio de la artista, como el ruido del lijado, del abrir y cerrar el horno metálico, de líquidos que gotean... Es una obra envolvente, una experiencia inmersiva que deja volar nuestra imaginación, pues podemos llegar a escuchar los sonidos del Templo Chavín de Huántar. Dispuesta en el centro de la sala, la instalación Subterra (2023), realizada con porcelana, terracota, cemento y paño de azulejería esmaltado sobre DM, presenta un escenario característico del trabajo de la artista. Plasma en planta el elemento del laberinto de Chavín, formado por un conjunto de pasajes subterráneos con fines rituales. El laberinto posee un gran simbolismo, es la metáfora de la vida y su idea nos remite a la incertidumbre e inquietud ante los caminos desconocidos y las distintas posibilidades que aparecen. Durante el viaje nos encontramos con nosotros mismos, pero también con nuestras sombras.

Fuentes fotografías y textos 👉 Ginsberg Galería Madrid









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