Hilma af Klint (26 de octubre de 1862 - 21 de octubre de 1944) no fue sólo
una artista de su época, fue una artista de la nuestra ya que tuvo la capacidad
visionaria de proyectarse al futuro y lo hizo como sólo una mujer segura de sí
misma en medio de un mundo de hombres lo podía hacer, dejando a un lado su EGO
personal.
Hilma nació y estudió en Suecia, en la Real Academia Sueca de las Artes,
estuvo muy influenciada por la antroposofía a la que llegó a través de su principal
impulsor Rudolph Steiner. Sus obras reflejarán esta relación, que se convirtió para
ella en una manera de vivir y de entender la vida. La antroposofía aplica la filosofía
al ser humano y relaciona estados de ánimo, donde el espíritu tiene un papel
fundamental. Rudolph Steiner y sus teorías influirían unos años después a
Kandinsky pero Hilma ya había dado un paso al frente.
Se adelantó a los padres de la abstracción Malevitch o Kandinsky dando
lugar a un arte que daba la espalda a la realidad visible, que procuraba
conectar con un mundo metafísico, otro plano intangible, elevado.
Su producción artística se inició con un lenguaje figurativo naturalista. Poco
a poco lo abandona para acercarse cada vez más a una preciosísima abstracción
que no es más que el ansia de explorar otros mundos, otras dimensiones
paralelas a la nuestra pero que para Hilma nos conforman como seres humanos.
Sus obras son monumentales, su fin es plasmar la dualidad y en palabras de
la propia artista lo que pretende es alcanzar “la imagen primigenia”, con ese
fin utiliza un sutil simbolismo que trata de acercar al espectador hacia la
comprensión de uno de los mayores anhelos humanos: la transcendencia.
Médium en sesiones espiritistas, firme creyente que llegó a asegurar que
parte de sus obras eran dictadas desde el más allá por sus guías espirituales.
Junto con lo que se conocía en los ambientes místicos como el grupo de las
cinco, ella y cuatro mujeres más practicaban el espiritismo y la escritura
automática, convencidas de que eran los espíritus los que le indicaban el
camino a seguir.
Hilma tuvo claro que su producción, más de 1000 obras y cuadernos con
anotaciones, que son una auténtica delicia, no podía ser entendida en su época.
Cedió su legado a su sobrino y dejo dicho en su testamento que su obra
abstracta no podría ser expuesta hasta 20 años después de su muerte.
Los herederos no sabían qué hacer con una producción tan ingente, y en
varias ocasiones intentaron sin éxito que alguien se diera cuenta del valor de
la obra de Hilma.
Ella misma en vida estuvo a punto de destruir su obra, y después de su
muerte, ya en los años 70, el propio Moderna Museet de Estocolmo rechazó la
obra. Por suerte rectificar es de sabio y el propio Museo de Estocolmo lanzó en
2013 la primera retrospectiva de la pionera de la abstracción, la mujer
visionaria que supo entender a su época y a las que llegarían.
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