Hay que pararse a MIRAR.

Una total armonía y proporcionalidad, símbolo indiscutible de la belleza. Un mar tan en calma que brilla, se convierte en el espejo de un cachito de cielo. Un barco que más que flotar parece que se sostiene colgado de una nube, sobrepuesto, sin quererse mover para no perturbar la calma de un momento perfecto. A veces esas cosas pasan, pero sólo a veces y cuando no te lo esperas.

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